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Inicio » 2013 » Agosto » 24
El Taylorismo es la esclavización del hombre por la máquina

Vladimir Ilich Lenin

 

 


El capitalismo no puede permanecer parado ni un solo instante. Debe avanzar y avanzar. La competencia, que se agudiza sobre todo en época de crisis, como la que estamos sufriendo, le obliga a inventar nuevos y nuevos medios de abaratar la producción. Pero la dominación del capital convierte todos esos medios en instrumentos de opresión, cada vez mayor, del obrero.
El taylorismo es uno de esos medios.

Hace poco, los partidarios de ese sistema recurrieron en Norteamérica al siguiente procedimiento.

Al brazo del obrero se sujeta una bombilla eléctrica. Se fotografían los movimientos del overo y se estudian los de la bombilla. Se ve que algunos son “superfluos” y se obliga al obrero a evitarlos, es decir, a trabajar más intensamente, sin perder ni un segundo en descansar.

Se confeccionan proyectos de nuevas naves fabriles para que no se pierda ni un solo minuto al llevar a ellas  los materiales, al pasarlos de un taller a otro y al sacar los productos terminados de la empresa. El cinematógrafo se emplea sistemáticamente para estudiar el trabajo  de los mejores operarios y para aumentar su intensidad, es decir, para “espolear” todavía más al obrero.

Por ejemplo, se estuvo filmando todo un día el trabajo de un mecánico. Después de estudiar sus movimientos, se le proporcionó un banco especial, lo bastante alto para que no tuviera que perder tiempo en inclinarse. Pusieron además de ayudante suyo a un chicuelo, que debía pasarle cada pieza de la máquina de modo determinado, del modo más conveniente. Al cabo de unos días, el mecánico gastaba en el montaje de la máquina ¡la cuarta parte del tiempo que invertía antes!

¡Qué realización de la productividad del trabajo!

Pero al obrero no le pagan cuatro veces más, sino tan sólo vez y media, a lo sumo, y eso sólo los primeros tiempos.  En cuanto los obreros se hacen al nuevo sistema, el pago se baja al nivel anterior. El capitalista recibe enormes ganancias, y el obrero trabaja cuatro veces más intensamente, agotando nervios y sus músculos cuatro veces más pronto.

A los obreros recién admitidos los llevan al cinematógrafo de la fábrica, que les muestra la producción “ejemplar” del trabajo. Obligan al obrero a “llegar a la altura” de ese ejemplo. A la semana le muestran en el cinematógrafo su propio trabajo y lo comparan con el “ejemplar”.

Todos esos enormes perfeccionamientos se hacen contra el obrero. Con vistas a aplastarlo y oprimirlo más todavía y a limitar la distribución racional, sensata, del trabajo dentro de la fábrica.

Lógicamente, surge la pregunta: ¿y la distribución del trabajo dentro de toda la sociedad? ¡Qué inmensidad del trabajo se pierde en vano actualmente a causa del desorden y del caos de toda la producción capitalista! ¡Cuánto tiempo se pierde hasta que la materia prima llega al fabricante a través de centenares de acaparadores e intermediarios, sin conocer la demanda del mercado! No sólo el tiempo, sino que los propios productos se pierden y se estropean. ¿Y la pérdida de tiempo y de trabajo para hacer que el producto terminado llegue al consumidor a través de un sinfín de  pequeños intermediarios, que tampoco pueden conocer las exigencias del consumidor y hacen multitud, no sólo de movimientos innecesarios, sino de compras innecesarias, de viajes superfluos, etc., etc.?

El capital organiza y ordena el trabajo dentro de la fábrica para oprimir todavía más al obrero y para aumentar sus ganancias. Y en toda la producción social continúa y aumenta el caos, que lleva a la crisis, cuando las riquezas acumuladas no encuentran compradores y millones de obreros perecen y pasan hambre, sin poder hallar trabajo.

El taylorismo, sin que lo quieran sus autores y contra la voluntad de éstos, aproxima el tiempo en que el proletariado tomará en sus manos toda la producción social y designará sus propias comisiones, comisiones obreras, para distribuir y ordenar acertadamente todo el trabajo social. La gran producción, las máquinas, los ferrocarriles, los teléfonos, todo eso ofrece innumerables posibilidades de reducir cuatro veces el tiempo de trabajo de los obreros organizados, asegurándoles un bienestar cuatro veces mayor que el de hoy.

Y las comisiones obreras, con el concurso de los sindicatos obreros, sabrán aplicar estos principios de distribución sensata del trabajo social cuando éste se vea libre de la esclavización por el capital.



Publicado en “Put Pravdi”, núm. 35, el 13 de marzo de 1914.

 

Vistas: 276 | Agregado por: Ereshkigal | Fecha: 2013-08-24 | Comentarios (0)

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